LEONA DEL KALAHARI

Leona

LEONA DEL KALAHARI : MI ENCUENTRO CON LA CAZA PELIGROSA

 

La experiencia de la caza peligrosa nada tiene que ver con la caza de cualquier otro animal; la sensación de peligro, la adrenalina en tus venas y el pulso acelerado… son algo que puede llegar a crear adicción entre los cazadores que ya la han probado alguna vez.

 

1/ LA DECISION

 

 Hace unos meses, hablando junto al fuego con mi buen amigo Adam Barnard, propietario de SpitSkop Safaris ( www.spitskop.co.za ), comentamos que después de muchos antílopes y facos abatidos, quizás podía dar el salto a la caza de especies peligrosas; parecía el paso natural que llega a dar el cazador de safaris después de un tiempo cazando antílopes…

tracks

las primeras huellas con esto empezo todo

 Inicialmente me mostré sorprendido… no había entrado en mis planes hasta el momento… porque lo consideraba algo inalcanzable.

 Después comenzamos a discutirlo… elefante y rinoceronte estaban descartados porque escapaban a mi presupuesto, de modo que tendría que ser búfalo o uno de los grandes gatos.

 Finalmente también descartamos el búfalo, ya que para encontrar ofertas de búfalos grandes a buen precio tendría que ir a Zambia o Zimbawe, y no quería ir a esos destinos este año;  y entre leona y leopardo… la leona seria a la huella, y el leopardo sería con cebo a la espera… de modo que finalmente me decidí por la leona a la huella… básicamente porque yo nunca he sido esperista… y ese sistema de caza no me convencía tanto, a pesar de la insistencia de mi amigo Adam en que podíamos encontrar un gran leopardo macho muy escurridizo que hacia tiempo que estaba dando problemas  en una granja cercana a la suya.

 

 Así pues decidimos que iríamos a por una leona, una autentica leona del Kalahari, y que ese seria mi bautismo de fuego en la caza peligrosa. Comprobamos las agendas de ambos, y la fecha quedó fijada para primeros de Agosto.

 

2/ EL ARMA

 

 Dado que yo tenía unos meses para prepararlo todo y que la pieza lo merecía, dedique especial atención al arma y la munición que llevaría.  Los grandes felinos, tanto león como leopardo no son animales especialmente duros, de modo que la limitación legal en Sudáfrica que obliga a cazar los Big Five con un calibre mínimo de 375, era suficiente para mis propósitos. Por lo tanto mi viejo CZ calibre 375 H&H, que tanta carne había ya hecho en anteriores safaris para mí , seria el encargado de acompañarme con la leona.

 

375

375 H&H el calibre de layenda

 El problema de los leones, según los entendidos, es que a la hora de encajar el tiro son dos animales distintos. Cuando está relajado, en el primer disparo, se trata de un animal relativamente blando, e incluso un calibre medio seria más que suficiente para abatirlo con garantías.

El problema es que si el león herido carga hacia los cazadores, se trata de otra fiera completamente distinta, es un paquete de músculos tensionados, cargados de odio, que viene hacia ti a 65 Km./h con manifiesta intención  de saltar a tu cuello, y para parar esa posible carga es para lo que necesitas un calibre realmente contundente… para lo que necesitas confiar en el 375 H&H.

 

 La punta la tenia muy clara… mi rifle agrupa mejor con los proyectiles de 300 grains; así que busqué una punta muy blanda de ese peso. Me decidí por la munición de Federal, que siempre me ha dado buen resultado, y que ya sabia por experiencias anteriores que son balas muy blandas y se deforman adecuadamente aun en animales de talla media. Hice unas cuantas pruebas en España, antes de viajar, y tanto la agrupación, como la expansión del proyectil fueron satisfactorias.

 

3/ LA CACERIA

 

 Llego el día señalado, y bastante antes del amanecer ya estábamos en camino, habíamos salido de madrugada de Kimberley (Sudáfrica) dirección Norte, buscando el desierto del Kalahari. Me acompañaba mi buen amigo vitoriano Fernando Careaga, hombre sereno y seguro con el rifle, que iba a ser mi rifle de apoyo en la cacería; y ambos teníamos dentro los nervios propios del reto al que nos enfrentábamos.

 Fernando andaba preocupado por su misión como rifle de apoyo, y le preguntó a Adam durante el trayecto “Si la leona carga… ¿donde le apunto?”, y su respuesta fue muy clara, “si carga todo será muy rápido, así que en cuanto tengas algo amarillo en la cruz, dispara”.

 

Queríamos llegar a la zona de caza pronto por la mañana, para aprovechar la primera hora…  antes de que los leones se echasen a la sombra. Sin embargo, nos encontramos con un día lluvioso, con un cielo gris y plomizo muy inusual en invierno en Sudáfrica… por lo que la caza estaba bastante tapada y los leones se habían movido muy poco esa mañana.

 

 Pasamos una par de horas buscando huellas frescas de leones, y no había manera. La finca tenía más de 50 rinocerontes blancos que encontrábamos constantemente, y estaba plagada de waterbuck, springbok, bontebok, jirafa, kudu… parecía que había allí de todo menos leones… que es lo que nosotros buscábamos. El cazador profesional me dijo que si por un casual encontrábamos leones cuando fuésemos sobre el vehiculo, pasaríamos de largo, y que volveríamos a por ellos andando… yo no estaba dispuesto a que el recuerdo de la caza de mi leona fuese un tiro rápido desde lo alto de un coche.

 

 

Lioness

Cazador con Leona

Finalmente encontramos las huellas de un gran macho, que caminaba junto a dos leonas. Los trackers nativos comenzaron a seguirlas, y pronto el macho abandono a las hembras, lo que convenía mucho a nuestros propósitos, puesto que no queríamos disparar contra un animal que estuviese en un grupo… porque nunca sabes si van a cargar más de una leona cuando dispares.

 

 La primera leona que encontramos se encontraba echada en un extremo de la finca. El cazador profesional no quería tirarla junto a la linde de la finca por la peligrosidad que entrañaba, ya que si arrinconábamos a la leona, y ella se sentia atrapada, las posibilidades de que se abalanzase contra nosotros al acercarnos, incluso antes de dispararla, eran muy altas. Así que decidimos seguir buscando otra leona que nos ofreciese una mejor oportunidad.

 

 Así pues seguimos buscando la segunda leona, y pronto los trackers nos avisaron que la leona estaba echada a unos 700 metros en una gran pradera de hierba seca amarilla que teníamos delante de nosotros.

 En se momento en que ya teníamos la leona elegida localizada, el ambiente de la cacería cambio completamente; los profesionales estaban muy serios, todo el mundo comprobó sus rifles, se quitaron los seguros de las armas, y nadie decía nada… aquello no era ninguna broma. Todo el mundo sabía lo que tenia que hacer, y comenzamos a caminar por aquella pradera,  concentrados, en silencio… mirando hacia delante, buscando la leona amarilla en un mar de hierba igualmente amarilla.

 

 Los nervios me agarraban la boca del estomago, el pulso se me aceleraba… y mi cabeza no dejaba de repetir “dispara y carga, dispara y carga… hasta que la leona este en el suelo… no la dejes cargar hacia nosotros”. El paseo por la llanura de hierba amarilla duró unos diez minutos… que me parecieron horas. Las sensaciones que tuve dentro mientras avanzaba… esas emociones son mi tesoro… ese rato de caminata en silencio avanzando hacia el león es algo que yo no le cambiaria a nadie; eso queda en tu memoria para siempre, y es prácticamente imposible explicarlo con palabras.

 

 En un momento determinado, Adam señalo hacia delante, en silencio, y plantó el trípode delante de mí. En aquel momento mi concentración era total… yo solamente veía hacia delante, deje de tener visión periférica y solo veía aquella “roca amarilla” que se adivinaba entre la hierba a unos 70 metros de nosotros, y todo el nerviosismo anterior desapareció de golpe. Solo estábamos la leona y yo, nadie más… nada más.

 

Leona

Autor con leona

La “roca” se movió ligeramente, y pude reconocer las puntas de las orejas que eran color chocolate, y la parte de atrás de la grupa, que se ocultaba tras unas hierbas altas. Me fui al trípode, me encare el rifle, y mire por el visor; y la parte visible de la leona no era más que la grupa, y la parte de arriba de la cabeza con sus orejas marrones, el animal era de color amarillento, y estaba echado, oculto por la hierba que tenia prácticamente su mismo color. Estime donde debería estar la paletilla, y apunté el rifle a la hierba… rezando para no hacer bajo y enterrar la bala bajo su pecho… tenia que ser ahí… apreté despacio el gatillo… y el disparo sonó como un cañonazo.

 Desde ese momento todo fue extremadamente rápido, la leona saltaba por el aire rugiéndonos amenazadora y yo ya estaba recargando, disparar y cargar pensaba yo, cayó al suelo, se revolvió hacia nosotros y yo ya tenia la cruz sobre su pecho y dispare de nuevo, volvió a saltar al encajar el segundo disparo, y cayo al suelo sobre el lomo, con las patas al aire… yo ya estaba preparado para el tercer disparo… espere dos segundos dudando… se movía lentamente… dispare el tercero… y la leona quedó inmóvil.

 

 En se momento todo el mundo a tu alrededor, que durante unos instantes funcionaba a cámara lenta, vuelve a su velocidad normal. Sonrisas nerviosas, felicitaciones… y una extraña sensación de relajación… de satisfacción por haberlo hecho correctamente… y de admiración ante la belleza del animal que yace muerto a tus pies.

 

4/ LAS SENSACIONES

 

Es francamente difícil explicar las sensaciones que pasan por tu cabeza en el momento en que estas caminando acercándote al león… ya que la concentración es absoluta. La adrenalina a chorro por tus venas hace que tu pulso esté acelerado, y que tus facultades estén absolutamente concentradas en una única misión… el león que tienes delante.

 

 Tienes miedo, por supuesto que tienes miedo… si no tienes miedo eres un inconsciente. Estas enfrentándote a un león, un animal que si lo hieres va a cargar contra ti o contra tus compañeros, y si carga… el resultado siempre es incierto, porque ni el mejor tirador puede garantizar que será capaz de colocar correctamente su bala en el cerebro a un blanco que carga a 65 Km./h contra él y que tardara 4 segundos en cubrir los 70 metros que le separan de tu pecho.

 

Face lioness

Leona primer plano

Pero ese miedo es el que te espolea, y el que agudiza tus sentidos… es el que hace que des lo mejor de ti mismo… lo que no debe ocurrirte es que ese miedo te paralice o te haga fallar. Ahí es donde te pruebas a ti mismo… cuando ves como reaccionas ante una situación de peligro real, con el gato mirándote fijamente, agazapado entre la hierba amarilla.

 

 Cuando después ves al gato muerto, con fieros ojos amarillos, y una boca de pesadilla… sientes respeto hacia el animal. Te das cuenta que para enfrentarte a él has ido con cuatro rifles, con el mejor arma que has podido elegir, y que los humanos somos pequeños y débiles en el cruel mundo Africano… y que él es el autentico Rey porque todo en él muestra fuerza animal y majestuosidad. Enfrentarte al león es un reto, y que nada tiene que ver con la caza que has conocido anteriormente, y entiendes porque hay quien se vuelve adicto a la caza peligrosa, porque no se parece en nada a cazar un venado, un facochero o un kudu. Esto es otra cosa.

 

 Después, cuando vuelves a España, emocionado por tu aventura, arropado por tu cuadrilla de amigos que vienen de África contigo, tan emocionados como tú, que entienden y comparten perfectamente esta sensación; lo cuentas con toda tu ilusión a todos los que te rodean, intentando transmitir la belleza de lo que has sentido… y te encuentras con caras de asco entre tus compañeros de trabajo, miradas de horror ante lo que cuentas, o comentarios como “¿y no te daba pena?”. Te sientes  muy alejado de ellos y te das cuenta de que ellos están tan distantes de lo que tú sientes, que nunca lo llegaran a entender, y que nunca se les pondrá la carne de gallina cuando escuchen el rugido del león salvaje… porque ellos nunca lo oirán.

 

 Y cuando todo ha acabado, cuando estas con tus compañeros de caza, con un ron en la mano, frente al fuego… te invade la satisfacción y el orgullo de haber hecho algo especial, algo que tu y un puñado de cazadores tan envenenados como tu, sabrán valorar en su justa medida. Sientes que estas entre los pocos afortunados de haber cazado un león… has cumplido un sueño.

 

 Así que finalmente te das cuenta de que la experiencia que has vivido, es única, es una vivencia que podrás contar a tus nietos, y que te enriquecerá como persona y como cazador… pero que solo otros cazadores pueden llegar a entender la dimensión de lo que has hecho, y solo otros cazadores entenderán tu deseo de volver a poner la cruz de tu visor sobre la paletilla de otra leona o de un gran bufalo macho… tan pronto como sea posible.

 

Jose Maria Aranda

http://4acesoutfitters.com/#

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septiembre 29th, 2018 by