Leona en el Kalahari

Leona

La caza de mi leona. Introducción

infinitas llanuras de kimberley paraiso de los springboks

Llevaba tiempo pensando en regresar a África, después de un par de aventuras “oseras” que me habían llevado por las tierras heladas de Alaska y de Rusia, ahora empezaba a echar de menos el calor seco de las tierras del Sur de África. Cuando has experimentado la caza en condiciones muy duras como las de Rusia y Alaska, en las que las comodidades son mínimas, y los profesionales de la caza son mas bien “secos”; entonces agradeces mucho el regresar a esa tradicional hospitalidad sudafricana, tan propia de su cultura “boer”, en la que colman de atenciones al huésped, y donde la cacería se desarrolla con un nivel de comodidad muy alto.

la hierba estaba muy alta dificil para ver facos

Así que el pasado mes de Marzo me fui a FICAAR, a contactar con alguna orgánica que me ofreciera cazar algún “gato” en buenas condiciones. Me encontré allí con la gente de Spitskop Safaris, que están especializados en la caza de leones y de los que tenía buenas referencias, estuve  un rato hablando con ellos allí en la feria; luego volvi a hablar varias veces telefónicamente con Jose María Aranda aquí en España en las siguientes semanas y finalmente me decidí y cerré mi Safari con ellos.

http://www.spitskopsafaris.com/

Me prometieron que sus leones vivían “libres” en una finca vallada de 20.000 hectáreas, donde los leones cazaban y sobrevivían por sí mismos de manera autosuficiente y que ellos no te “soltaban” un león unos días antes de tu llegada para que tú lo cazaras… Eso era completamente distinto a lo que me ofrecían todos los demás… de modo que me sonaba bien… si aquella oferta era cierta podría ser una buena cacería. Como uno ya está harto de engaños en este mundillo de la caza… me tomé sus palabras con cautela, ya lo veríamos cuando llegase el momento.

 

El Viaje

 

Como llevaba mi propio rifle (mi inseparable Blaser del 338 Win. Mag.) me decidí por el vuelo de Iberia, que como todos los cazadores que ya han ido por allí saben, es muy cómodo porque sale a medianoche de Barajas, y te encuentras por la mañana en Johannesburgo. Cuando andas con rifles y papeleos burocráticos de por medio… el hacer una escala intermedia en el vuelo multiplica las posibilidades de fallos y de que tus armas no lleguen a su destino… de modo que prefería asegurar aunque el billete salga algo más caro. Un pequeño ahorro en el billete puede acabar saliendo muy caro si los rifles no te llegan en su momento.

aeropuerto de kimberley a mi llegada

A mi llegada a Kimberley, donde tienen su base la gente de Spitskop Safaris, me encontré con la agradable sorpresa de que además de Adam Barnard esos días estaba allí también Jose María Aranda, que me recogió en el aeropuerto, y que me acompañó en alguna de mis jornadas de caza.

 

Antílopes

 

Además de la leona, pensaba cazar algunos antílopes que me faltaban para mi colección, y con esos íbamos a empezar el Safari. Quería aprovechar mi estancia en estas tierras áridas del Norte de Sudáfrica (donde los springboks habitualmente son de los más grandes de todo África) para cazar el “Grand Slam de Springboks”, que consiste en abatir los cuatro colores existentes de springboks, el blanco, el negro, el cobre y el común (que aquí es la subespecie del Kalahari).

Scimitar Oryx

orix cimitarra

En las planicies herbáceas de Kimberley, los springboks pastaban por cientos, pero el acercamiento a las manadas era muy complicado, ya que siempre hay centinelas que si te ven, echan a correr arrastrando a toda la manada. Los tiros fueron largos, y el conseguir los cuatro colores del Grand Slam fue muy laborioso… un reto muy bonito para mí, porque tuve que sufrir para conseguirlos, especialmente con el cobre, que lo deje para el final, y tuve que cazarlo en un día horrible con lluvia y mucho frío… en el que tanto mi PH Bradley como yo mismo acabamos calados hasta los huesos.

black Springbok

springbok negro y mi PH bradley

Es en esos momentos en los que estás helado y calado, cuando te das cuenta de cómo son aquellas gentes. La dueña de la finca en la que estábamos me dio ropa de su marido (me dio hasta ropa interior porque la mía se podía escurrir), me dio comida caliente y aguardiente para que entrara en calor… y no me dejaron irme hasta ver que ya estaba recuperado; no creo que nunca me olvide de cómo me trataron aquella familia de granjeros boer. Ese tipo de hospitalidad y de calor humano, es el que se agradece tanto en esas circunstancias.

 

Tenía también muchísimo interés en cazar el Órix Cimitarra (Oryx dammah), una especie de Órix muy adaptado a la vida en el desierto que ha sido extinguido por el furtivismo en su hábitat natural (que era todo el desierto del Sahara desde Egipto hasta Marruecos) y que sobrevive en el mundo gracias a las fincas de caza en Sudáfrica y Texas. No es fácil de encontrar la posibilidad de cazarlo, ya que no hay apenas oferta de permisos CITES para poderlos cazar, hacía tiempo que tenía en mente el conseguirlo… y con esta gente de Spitskop Safaris tenia la oportunidad de hacerlo. Finalmente, tras un rececho largo que me obligó a tirarlo a larga distancia, puede abatir un precioso macho.

 

Leona

 

Llego el momento de la verdad y nos fuimos a cazar mi leona, Jose María me acompañaba como rifle de apoyo, con su rifle del 404 Jeffery, yo llevaba mi querido 338 Win. Mag. con puntas blandas Winchester Core Lockt. El día amaneció nublado y con amenaza de lluvia… así que nos pudimos a ello bien pronto, para aprovechar las pocas horas que esperábamos que no lloviese. A primera hora buscamos desde el coche en los caminos, descartamos varias huellas más antiguas y una de macho, hasta que dimos con una huella fresca que nos interesaba; un rastro de esa misma noche, se trataba de una huella de una hembra grande, que se hundía profundamente en la arena del desierto, era un animal pesado, y además no llevaba cachorros (requisito imprescindible para la propiedad de la finca).

tracks

las primeras huellas con esto empezo todo

Comenzamos a caminar sobre sus huellas, con las lluvias de los días anteriores, y el suelo arenoso del Kalahari el pisteo era relativamente sencillo, hasta yo era capaz de seguirlo en la mayoría de las ocasiones. La leona había estado cazando, vimos donde se había ido acercando a una manada de antílopes, donde había dado el salto (las garras estaban clavadas en la arena) y donde habían arrancado a correr los órix, que en esta ocasión habían salvado la vida. Las horas iban pasando, y ya casi era mediodia, la leona seguía de caza, y nosotros detrás de ella.

baboon

el babuino que habia matado mi leona aun estaba caliente

La tensión era enorme, el caminar era completamente en silencio, solo nos comunicábamos por signos, ya que nunca sabes donde vas a encontrar al felino, puede estar echado en cualquier lado. Cada vez que nos aproximábamos a un arbusto denso, en el que no se veía su interior, se tomaban infinitas precauciones y se rodeaba el obstáculo apuntando rifles hacia allí, hasta asegurarnos de que allí no estaba la leona echada… la hierba estaba muy alta, muy seca y de color amarillo… la leona podía estar en cualquier lado…

leona

leona

Cuando ves como se comportan los profesionales, cazadores que llevan docenas de leones a sus espaldas, y ves que están completamente concentrados, y que no hay ninguna broma… te das cuenta de que te la estás jugando. La caza peligrosa no es lo mismo que cazar gacelas o venados… aquí te la estás jugando de verdad, y la leona te puede dar un susto en cualquier momento.

 

De repente los pisteros nativos señalaron un bulto bajo la sombra de una gran acacia, el PH me lo señalo, y me dijo que observáramos inmóviles hasta saber que era. Parecía un animal, estaba medio tapado y no se movía. Nos acercamos con precaución y descubrimos un babuino muerto, aun estaba caliente y le faltaba medio cuarto trasero que se había comido el felino. Justo detrás vimos donde la leona lo había atrapado y los rastros de sangre del arrastre. El PH estaba nervioso y no dejaba de mirar alrededor, ya que la leona había estado dando vueltas por allí y era imposible determinar cual era el rastro bueno. La leona había matado, y no se habría alejado demasiado del cadáver del mono… tenia que estar muy cerca.

Leona

Estaba feliz con mi leona

Comenzamos a dar vueltas en espiral, alrededor del cadáver del mono, abriendo cada vez más la búsqueda, convencidos de que la leona no andaría lejos. El silencio era tan denso que se podía cortar con un cuchillo, es increíble como cinco personas concentradas en la caza pueden desplazarse por la sabana sin siquiera hacer crujir una ramita bajo sus pies. Ni quince minutos habían pasado, cuando el pistero señaló hacia la izquierda, y en ese momento todos los acontecimientos se precipitaron, y todo pasó como a cámara lenta.

 

La leona estaba allí, a unos 50 metros de nosotros, echada bajo un espino, mirándonos inquieta y amenazadora, y el PH me puso el trípode y me susurró que disparara. Jose María y él se situaron a mi lado con los rifles apuntando al gato. Me tomé mi tiempo, y apunté detrás de la pata delantera, cuando el animal esta echado es muy difícil calcular la altura porque los órganos vitales quedan pegados al suelo, y la hierba tapa medio cuerpo… siempre tienes miedo de hacer bajo y enterrar la bala en la arena. El 338 tronó y la leona dio un salto rugiendo en el aire, cayo como en un remolino buscando lo que le dolía en las costillas (luego vimos que el tiro había sido un poco trasero y la había alcanzado atrás en los pulmones), y salió corriendo; mientras yo recargaba ella ya corría y no pude volver a dispararla.

 

Salimos nosotros corriendo detrás de ella y vimos a la leona que había parado a unos cien metros bajo una acacia baja, se la veía muy mal, y estaba mirándonos de frente, gruñía amenazadora, iba a cargar. A mi izquierda  Jose María me susurró “Tírala Manolo que está muy viva”, yo dudé un instante pero luego me encaré el rifle y le mandé un segundo proyectil que le dio en el cuello, y la dejo tumbada… como muerta.

Lioness

foto de recuerdo con jose maria aranda que me hizo de rifle de apoyo sonrisas de satisfaccion

Esperamos un minuto aproximadamente… parecía que habían pasado quince… tensión máxima… los rifles apuntando al frente, bala en recamara y seguros quitados… allí no se canteaba nadie. El PH Bradley me dijo, “Cuidado Manolo que las que te agarran son las que parecen muertas” y comenzamos a avanzar despacio. Cuando estábamos a veinte metros nos detuvimos, ya la veíamos perfectamente, estábamos detrás de ella, y veíamos su respiración jadeante y profunda… pero estaba aun viva… demasiado viva. El PH susurró, “puede que le hayas roto el cuello… rodeémosla sin acercarnos, para ver el otro lado”. Cuando comenzamos a rodearla, estábamos a no más de veinte metros de ella, alguien pisó una rama, que crujió y la leona se levantó de un bote rugiéndonos amenazadora, la cara llena de sangre, las orejas hacia atrás y enseñándonos los dientes, una imagen de pesadilla que nunca olvidaré. Le apunté inmediatamente al pecho, y le mandé un último recado, que esta vez sí que fue mortal, y la tumbó definitivamente.

 

Aun estuvimos dos o tres minutos de seguridad, para asegurarnos de que efectivamente estaba muerta, después del susto que nos acababa de dar revolviéndose a veinte metros de nosotros. La adrenalina había sido tan grande y la tensión tanta que aun bromeé diciendo que debía acercarme a rematarla con mi herramienta Leatherman… ante las sonrisas de complicidad de Jose María y de Bradley, el PH.

 

Finalmente nos acercamos, comprobamos que la leona estaba definitivamente muerta tocando el ojo con la punta del cañón, y en ese momento sentí como una liberación, como si me hubiese quitado una mochila de 50 kilos de la espalda. Toda la tensión de las horas anteriores desapareció en un instante, mientras todos nos fundíamos en abrazos de felicitación.

 

Se trataba de un animal enorme, una leona de unos 9 años, que pesó la friolera de 180 kilos en la báscula de la finca… una hermosura de animal. Por fin ya tenía mi primer “Big Five”…. y el modo en que lo había cazado (a la huella, como debe ser, sin ventajas para el cazador) había sido un sueño para mi. La sesión de fotos fue larga, ya que yo siempre digo, que las fotos que no hagas en ese momento nunca más tendrás la oportunidad de hacerlas… y cuando estábamos terminando con las fotos ya comenzó a llover, y tuvimos que regresar a la finca, con la sonrisa pintada en la cara porque había hecho realidad un sueño. Había cazado mi leona, y lo había hecho como yo siempre había querido hacerlo, la realidad había superado mis mejores expectativas.

 

Conclusión

 

Ya estoy de vuelta en casa, con la clásica depresión de la vuelta a la dura realidad; después de la experiencia vivida en África, ya empiezo a tener cierta perspectiva de lo vivido. Mi primera oportunidad de disfrutar de la caza peligrosa ha sido increíble, y me he dado cuenta de porqué esta es una caza adictiva para los cazadores que la han probado.

liones

Mi leona

Cuando te encuentras frente a un animal, que si sale todo mal, se te puede echar encima; te estas probando a ti mismo en una situación extrema de riesgo (porque obviamente el riesgo existe). Hasta que te encuentras en esa situación no sabes como reaccionarás cuando llegue el momento, no sabes si temblarás, si el miedo te paralizará, o si por el contrario serás capaz de controlar tu miedo y hacer lo que debes, que es apuntar bien y disparar como lo has hecho siempre. Cuando cazas uno de estos animales lo haces únicamente por ti, porque tú quieres haber cazado un león en tu vida, y saber que cuando tú te pusiste delante del león hiciste lo que debías. Nadie va a entender esto, solo tú y un puñado de “locos” que como tu se han puesto delante de un león o de un búfalo…  no vale la pena ni siquiera intentar explicarlo a la mayoría de la gente.

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Hablando con Adam Barnard

Esta caza es peligrosa, y cuando te pones delante de la leona sabes a lo que te expones. Valga como ejemplo, que los últimos días de nuestro Safari coincidimos con unos cazadores de Córdoba, que venían a cazar dos leonas y un montón de antílopes. La primera de las leonas la cazaron sin problemas y la segunda leona les cargó antes de que le disparasen, y acabaron matándola a la carrera a solo cuatro metros de los cazadores; ya sabemos que las leonas, a veces cargan… y la estadística dice que a alguno le tenía que tocar… ¡ole por ti Antonio!!

 

Quiero agradecer a la gente de Spitskop Safaris (Adam y Jose María) lo bien que se han portado conmigo en todo momento, y sobre todo quiero reconocerles su honradez porque lo que encontré era exactamente lo que me habían prometido. Ellos dijeron que sus leones eran libres en una finca de 20.000 hectáreas y que sobrevivían allí por sus propios medios, y eso es justo lo que encontré, y puedo dar fe de que en la finca había otros leones además del mío, que vimos sus huellas en muchas ocasiones en los siguientes días, y que los oímos rugir en varias ocasiones durante las noches.

 

Y mientras miro por la ventana, aquí en Navarra, y veo las montañas verdes de mi tierra… no dejo de pensar en que he de organizar el modo para volver a ponerme pronto delante de alguno de los “Big Five”. Creo que el próximo va a ser un búfalo…

 

Manuel Corujo

 

Navarra

 

 

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mayo 14th, 2017 by